1. Robustez: mayor resistencia y rigidez.
El aluminio tiene mayor resistencia que los laminados en fibra de vidrio. La embarcación es más robusta, toda la estructura presenta mayor rigidez y el material sufre menos por fatiga.
Gracias a su elevada ductilidad tiene mayor capacidad para absorber deformaciones sin roturas en caso de impactos. La embarcación sufre menos desgaste y abrasión durante su uso, además de durante el transporte, maniobras de puesta a flote, varadas, limpieza, etc.
2. Menor peso, menor consumo.
Las embarcaciones construidas en aluminio son más ligeras que las que están construidas en poliéster, acero o madera. Este peso menor implica una necesidad de propulsión más reducida para el mismo rendimiento, ahorro en motor, consumo y emisiones; con sus correspondientes ventajas no solo en eficiencia económica, sino ambiental.
3. Mayor seguridad y estanqueidad.
En caso de incendio el aluminio no se quema, al contrario que las embarcaciones de poliéster o madera. A su vez, en caso de colisión, el aluminio se deforma sin producirse grietas o fisuras, salvo situaciones de impactos de gran violencia.
Por otro lado, al poder soldar los distintos accesorios de la cubierta o del interior directamente a su estructura sin tener que perforarla, se logra una mayor estanqueidad.
4. Eficacia y rapidez en reparaciones.
En una embarcación de aluminio, una avería por golpe, tanto si se han producido roturas o simplemente una deformación, se puede reparar fácilmente con total garantía sin merma alguna en la resistencia del casco.
Las reparaciones en cascos de otros materiales no siempre restablecen las propiedades mecánicas originales, además de ser más lentas, de coste más elevado y mayor tiempo de la embarcación fuera de uso.
5. Menor coste de mantenimiento.
La incrustación de microorganismos y los procesos de corrosión son dos de las principales variables de deterioro de cualquier tipo de embarcación. En ambos casos, el aluminio presenta ventajas evidentes sobre otros materiales constructivos.
Así, la capacidad de incrustación es menor en un casco de aluminio debidamente tratado, mientras que la resistencia a de las aleaciones actuales es excelente. De hecho, la degradación es prácticamente nula con un sistema adecuado de protección catódica, es decir contra el proceso electroquímico de corrosión galvánica.